domingo, 16 de septiembre de 2012

Librería en la calle San Bernardo con sol

La calle San Bernardo es muy popular cada fín de semana;sobretodo para quién gusta de ir de copas de norte a sur para terminar en la  Plaza Santo Domingo, después de cruzar la Gran Vía .Algunas veces al salir del barrio de Malasaña por la Calle Pez y adentrarme en está calle para visitar un restaurante peruano donde ofrecía publicidad, sólia encontrar varios españoles destrozados por el vicio, se agrupaban en la barra cada sabado por la mañana;el olor a cigarro barato y aliento a resaca inundaban el local.Algunas veces ofrecía o recibia una caña de cortesía, mientras deboraba los diarios el Mundo o El País.Los temas que solíamos tener en la barra era sobre la música;Camaron y sus leyendas que habitaban en la memoria de algunos andaluces que habitaban en Madrid,siempre me preguntaban que opinión tenían los mexicanos sobre España, después de un trago de cerveza y una tranquila pausa, les ofrecía mi respuesta mirado a todos a los ojos,-"los mexicanos no tienen una idea clara sobre esté pais,sólo imaginan que es una hermosa playa  donde se puede vacacionar tirados en pelotas o una ciudad vieja donde la habitan artistas que comen  jamón,pescado toman vino y se rascan el pecho belloso  mientras fuman un puro;el mexicano siempre tira hacia  USA,ya sea por cultura,necesidad o forma de vida cómoda ;cómo es poca valorada la cultura,nadien anhela visitar estas tierras donde aún confundo a un madrileño con un marroquí "-después de un silencio donde florecían rostros con sonrisa chula, no faltaba el que ofrecía el tema de los exiliados españoles en México, después nacía una disputa ajena para mi;sobre los fachas y republicanos ; cómo siempre prefería callar y escuchar ante la colorada discusión que ya presentía entre los propios españoles,ya sea en una barra simple un sábado por la mañana o cuando resien llegue a España en la barra principal de un hotel de 4 estrellas en la hermosa zona de Benidorm o en famoso Colsìn que era un centro de diversiones que ofrecìa teatro y salas de cine y donde solìa escuchar las disputas politicas en un hablar valenciano.

Al salir de esos locales, sentía una enorme envidia por ése grupo personas que siendo españoles perdían el tiempo o el día arreglando el país, mientras yo salía buscando con la mirada, posibles retenes de inmigrantes en corta y larga distancia, para tirar a tomar cursos  en los CEPIS.

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