martes, 17 de julio de 2012

Calle del Carmen hacía Puerta del Sol

Las calles que suelen llevar nombre de Santos o Virgenes catolicos, son las que tambien suelen tener una vieja iglecía  entre sus casa o locales que les dan vida.El templo del Carmen era uno de mis sitios favoritos para tomar descanso o arrojar mis pensamientos a la virgen, recordando a mi familia en México.Su fachada es vieja y su entrada bajo las escalinatas tiene un par de mendigos con dos perros gordisimos que al verles dormido parecian que un día explotarían.Al entrar a esa vieja iglecía se podía ver un Cristo dentro de un ataud cubierto con cristales trasparentes, más atras,otro Cristo vestido con arrapos rojos; donde yo tocaba sus pies con ternura y respeto,cómo siempre le hacía mi madre con el cristo de nuestro barrio en México.Despues buscaba la banca más lejana del altar donde hacía mi reverencía y tomaba asiento para reflexionar y meditar ;pensaba en la lluvía y el frio que corria por el centro de la ciudad;pensaba en la Virgen del Carmen patrona de los marineros;pensaba en el rostro de ancianos serios que brillaban de nostalgía cuando acercaban su rostro a la isla de veladoras rojas que no dejaban de parpadear ,y terminaba pensando en mi padre;su grave enfermedad y sus pocos pronosticos para sobrevivir a mi espera,decían mis hermanos y madre qué caminaba lentamente  las calles y con su inquebrantable fe catolica pedía por nuestra protección, le recordaba hablar por telefono, con el cansancío tras su voz y diciendo que nos volveriamos a ver;despues suspiraba y aunque no  mirabá mis ojos los sentía humedos;contemplabá fijamente el rostro de la virgen mientras dejaba salir el pequeño dolor que había crecido en mi pecho al recordar a mi viejo;y saber que jamás me espero;que no pude viajar a tomar su mano ni verle burlarse de la muerte.Despues ofreci unas oraciones en su nombre y volví a salir de la iglecía humeda ;abriendo sus ruidosas puertas de gruesa madera y evitando no pisar los gordos perros que ya estaban roncando.Bajé por esa misma calle y me perdí en la Puerta del Sol donde me recibieron unos  mariachis callejeros ecuatorinaos que tocaban en el centro de la Plaza y que cantaban la melodía de mi padre(El Rey) que yo mismo cante en silencio, para terminar con México Lindo y Querido.

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