jueves, 12 de julio de 2012

Palacio Real en una noche de verano

El caminar la calle peatonal que sirve de acera al Palacio Real una noche de ardiente verano, se hace común en el Madrid nocturno.Siempre hay festivales que invitan a los vistitantes y locales a respirar el arte y olvidar el gris futuro que se suele respirar en tiempos de crisis. Se recuerda esa enorme acera  tapizada de piedras viejas;donde hay un jardín  con su timida fuente en el centro y dos espacios de arena suelta le cubren.Al principio mis caminatas eran en pequeños grupos que me mostraban con orgullo las centenares de estatuas que pueblan el jardin;se solía escuchar hermosas melodías que escapan de un virtuoso músico que rasgaba con ternura las cuerdas de un viejo violín.Nuestros pasos eran lentos y sin prisa,cómo el timido vientecillo que aun se podía sentir en esos calidos veranos madrileños.Despues;por falta de bancas, buscabamos el filo de una barda enana o cómo niños nos sentabamos a respirar el ambiente nocturno que tantas charlas y buenos momentos apreciamos de la ciudad.Bastaron cuatro años para caminar acompañado con mi sombra estos mismos caminos,ya sin la hermosa melodía del violin viejo;ya sin las mismas emociones que nacían del alma;la crísis era la palabra que opacaba todo momento.Algunas veces me sentaba frente al palacio Real con mis pies cansados de caminar,el reloj marcaba las 2 de la mañana y sacaba el ultimo cigarrilo de la semana que llebaba a mi boca;mientras abría mi viejo movil en espera de buenas noticias.

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