viernes, 22 de junio de 2012

Calle Segovía en otoño

La ruta Segovía era una calle empinada que nacía  en la esquina baja de la Plaza Mayor y terminabá en la púesta más linda del rio Manzanares; al menos para mí.Le recorrí variás vaces:de mañana con  los rayos tiernos de un sol manso sobre mi rostro,o en tardes de fín de semana rodeado por alegres turistas y los primeros frios de crudos inviernos.Los primeros meses de estar en la ciudad le caminabá abrigado con gruesa bufanda y pasos lentos buscando refugios calidos que me habian recomendado;la ciudad no conocía la crisis y por dondequier había derroche de belleza, risas y pefumes caros.Mi circulo social era amplio y tenía el capricho de negar invitaciones;me parecían aburridas y falsas.Recuerdo una cena con amigos de Benidorm al salir del teatro de Vaca del Gran Retiro;una cena donde reynó pulpo a la gallega y sidra asturiana,aún se podía fumar y  la puerta de grueso cristal del restaurante madrileño que nos recibio se abría insesantemente para buscar aire fresco.Eran artistas y promotores que intercamviaban álagos mutuos y donde yo simplemente me concentrabá en oir.Al final de la inesperada reúnion, la cuenta de la cena paso los 700 e.Despues de abrazos he invitaciones y promesas de visitar la hermosa playa de poniente del mediterraneo valenciano,regresabamos a casa.,No se porque se me hacía absurdo gastar tanto dinero en una simple cena donde brillabán las falsas aparencías.

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